En la producción de lana, la fase de lavado genera un gran gasto de agua y una alta carga de contaminantes (detergentes y residuos de la lana) que van a parar al agua residual, cuyo tratamiento es muy complejo y costoso. Por cada kilo de lana limpia, se producen alrededor de 17 litros de aguas residuales.
El gran gasto de agua y la normativa vigente, muy estricta en cuanto a contaminación, ha hecho que muchas de las empresas de lana que existían en España y en Europa se hayan desplazado a otros países, indican desde el CSIC.
Con el objetivo de reactivar este sector en declive, investigadores del Instituto de Química Avanzada de Catalunya (IQAC) y del centro tecnológico LEITAT, en cooperación con las empresas RMT y Peinaje del Rio Llobregat, están colaborando en el desarrollo de una planta piloto que permita un lavado de lana más económico y que no genere aguas residuales. El proyecto, que responde al acrónimo de WDS (Eco-Efficient Dry Wool Scouring with Total By-Products Recovery), surgió a iniciativa de la empresa RMT. Coordinado por el centro tecnológico LEITAT, tiene un presupuesto de 3 millones de euros, de los cuales el 50% está aportado por la Unión Europea en el marco del programa Life, que financia proyectos de preservación del medio ambiente y que contribuyen a la aplicación de la política y el derecho comunitarios en materia medioambiental.
Cerrado y sin vertidos residuales
El proceso que está en desarrollo es un circuito cerrado de lavado en seco, basado en el uso de disolventes, que implicaría una reducción del gasto en agua de un 90% respecto al sistema convencional. El proyecto se centra en maximizar la recuperación de los diferentes componentes de la lana de esquila: lana, lanolina y polvo de lana, para obtener subproductos valiosos como la lanolina y el polvo seco.
El lavado en seco permite además obtener una lana más blanca, con menor contenido graso (la lanolina se extrae casi en su totalidad) y con una fibra más abierta, lo que le da un aspecto más suave y esponjoso. No es la primera vez que se plantea el uso de disolventes para el lavado, aunque es una opción que no se acababa de implementar porque los propios disolventes suponen un problema de contaminación. La novedad de este proyecto está en el tipo de planta piloto que se quiere diseñar: totalmente cerrada, donde los disolventes se reutilicen y no se viertan residuos, de forma que el riesgo ambiental desaparece.
Los científicos han calculado que se obtendría una reducción en el coste de un 40%, lo que incluiría la reducción en agua y energía, la reducción en gestión de residuos, y los posibles beneficios de ingresos por la venta de subproductos (lanolina y polvo de lana).