Los telescopios ‘Magic’, en el Roque de los Muchachos (Canarias) observaron el brote de rayos gamma más luminoso identificado hasta hoy, un billón de veces más energético que la luz visible
Actualmente la mayor fuente de radiación descubierta son los rayos gamma, con longitudes de onda más pequeñas que las dimensiones del núcleo de cualquier átomo. Estas grandes emisiones de energía suelen ocurrir en las galaxias más lejanas y, según los astrónomos, suelen producirse al crearse una supernova, es decir, la muerte de una gran estrella y el posterior colapso sobre sí misma.
Dos satélites de la NASA, el Neil Gehrels Swift y el Telescopio Espacial de Rayos Gamma Fermi, captaron uno de estos impresionantes acontecimientos el 14 de enero de 2019 y enviaron un aviso a las estaciones astronómicas terrestres. Los primeros en captar la señal fueron dos telescopios Magic ubicados en el Roque de los Muchachos, Canarias que, pasados 30 segundos tras el aviso, orientaron sus 17 metros de diámetro de fibra de carbono hacia la explosión.
La explosión de la supernova, a la que han denominado GRB 190114C, se originó en la constelación de Fornax, ubicada a unos 4,500 millones de años luz y “fue una sorpresa total, ya que nunca se había detectado una fuente tan brillante», detalla Juan Cortina, científico del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), además de ser uno de los más de 300 firmantes de los informes de los resultados detallados del acontecimiento.
Aunque el hallazgo se produjo a principios de año, no ha sido hasta los últimos días de noviembre que una de las más importantes revistas para la comunidad científica, Nature, haya decidido publicar los resultados del evento por haber marcado dos récords en cuanto a fenómenos astronómicos se refiere.
En primer lugar, por haber superado los niveles de emisión de fotones jamás captados por telescopios terrestres. Sólo desde los años 50 se han empezado a estudiar este tipo de energías, por lo que ha sorprendido a los científicos la enorme energía registrada tras la explosión, que alcanzó un billón de electronvoltios (unidad de energía que representa la variación de energía cinética que experimenta un electrón al moverse desde un punto a otro cuando la diferencia del campo eléctrico es de 1 voltio).
Y por otro lado, porque se ha convertido en la erupción gamma más brillante, ya que ha alcanzado un brillo 100 veces superior a cualquier cuerpo emisor de luz en el firmamento. «Un brote típico emite tanta energía en pocos segundos como el Sol a lo largo de sus 10.000 millones de años de vida», concreta Gemma Anderson, científica de la Universidad Curtin, en Australia.
El fenómeno duró tan solo unos segundos y a la Tierra llegó en forma de “flash”, permitiendo que los espejos de los telescopios pudieran registrar los fragmentos de plasma cargados de energía durante unos 20 minutos. Los científicos ven en ello una gran ayuda para investigar la posible conexión entre las explosiones de rayos gamma y las ondas gravitacionales, o las ondas en el espacio-tiempo que recientemente se han empezado a observar.
La puesta en marcha del proyecto Red Cherenkov Telescope Array (CTA), que tendrá sedes en La Palma y en Chile, complementará los estudios de estos increíbles estallidos, ya que, al haber sido tan impactante la explosión, aún se podrán detectar meses o incluso años después las emisiones de radio que surgieron cuando la supernova acabó convirtiéndose en un agujero negro.
Esto cual abre nuevas posibilidades en el estudio de estas regiones finitas del espacio que cada vez más intrigan e impresionan a la comunidad científica y al resto de la sociedad, además de permitir estudiar cómo se comporta la materia y la energía a través del espacio y del tiempo en un evento que se parece, en menor escala, al Big Bang que cada día se presenta como la opción más verídica y contrastada de cómo se originó en Universo.
Oksana Savchuk