El corazón de un robot bombea orina

Investigadores del Laboratorio de Robótica de Bristol descubren el carácter energético de la orina. Su uso podría hacer andar a un robot. Se llama Ecobot y está pensado para trabajar en lugares inhóspitos, donde haya exceso de contaminación o  amenaza de depredadores.

Estos mismos investigadores demostraron hace poco que con este residuo orgánico  se podía cargar un teléfono móvil. El mecanismo de energía de Ecobot es muy sencillo.  En las celdas de combustible de las pilas de robots hay unos microorganismos que consumen residuos orgánicos, en este caso,  orina. Durante el proceso de digestión estos microbios generan protones y electrones, así que varias pilas podrían producir la suficiente electricidad como para dar autonomía a un robot.

El problema  es que estas pilas necesitan cargarse de manera regular. Por eso el robot necesita un corazón. Así que, inspirado en un corazón humano, el de la máquina cuenta con fibras musculares artificiales que transportan la cantidad de orina necesaria a todas las celdas de combustible.

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Matar dos pájaros de un tiro. Un grupo de investigadores está dando pasos importantes en el objetivo de conseguir máquinas ecológicas, por un lado, y en el reto de deshacerse de los residuos orgánicos que en cantidades industriales producen los seres humanos. De ahí que se plantearan que el Ecobot, un prototipo de robot que aspira a ser energéticamente autónomo, debía tener un corazón de orina. Un residuo orgánico que no escasea y que proporciona el combustible que necesita esta máquina sostenible.

Como si se tratara del Hombre de Hojalata, elEcobot andaba en busca de un corazón. Uno que contara con una fuente de energía limpia —en el sentido ecológico de la palabra—, mantuviera su autonomía y no produjera residuos contaminantes. La orina parece el combustible ideal ya que por otro lado, desde hace años está planteada la necesidad de deshacernos de todos esos residuos que producimos de forma natural. Porque 2.500 millones de personas en el mundo no tienen acceso a sistemas de saneamiento y el resto, aunque tiremos de la cadena, no hacemos desaparecer mágicamente esos excrementos.

La orina genera energía de la siguiente manera: los residuos orgánicos son consumidos por unos microorganismos, que habitan en las pilas del robot (celda de combustible biológica), y que al hacerlo producen mínimos destellos de electricidad que, sumando muchas de estas pilas, producen suficiente energía para dar autonomía al robot. Estos mismos investigadores, del Laboratorio de Robótica de Bristol, ya demostraron hace poco que podían cargar un teléfono móvil con orina.

“Las celdas de combustible contienen microorganismos vivos que generan protones y electrones mientras digieren la orina”, explica a Materia el investigador que ha desarrollado el corazón de orina, Peter Walters. Y añade: “La corriente eléctrica de bajo nivel que fluye a través del circuito se usa para cargar un condensador que, una vez ha acumulado suficiente energía, puede usarse para algo útil”. Los microbios descomponen y digieren la materia orgánica de la orina y los residuos resultantes se almacenan de forma segura.

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