La convivencia y contacto sexual aumentan el número de receptores en el cerebro para la oxitocina en las hembras y la vasopresina en los machos, dos neuropéptidos evolutivamente muy antiguos implicados en la formación de lazos afectivos y en los vínculos de pareja, junto la dopamina, otro neurotransmisor que se dispara cuando nos enamoramos.
La convivencia y el sexo podrían modificar el cerebro para favorecer la fidelidad, al menos en los campañoles, tal y como se demuestra, por primera vez, en una investigación publicada en el último número de Nature Neuroscience.
Lee el artículo completo en abc.es