Utilizar animales, objetos o partes del cuerpo, exhibir los genitales en público, hacer daño, humillar, observar, tocar a alguien mientras duerme para obtener placer. Todas estas conductas sexuales conforman las parafilias.
Se define parafilia a la fantasía, deseo o conducta inusual que produce excitación en determinadas personas, y lleva a quien lo padece a que se convierta en su único medio para obtener placer.
Según Nayara Malnero, licenciada en Psicología y Sexología, y creadora del proyecto Sexperimentando, «la mayoría de las personas que la padecen son hombres», y tienden a recurrir a la violencia, ya sea violación, acoso telefónico, para excitarse. Al llevar a cabo su parafilia sobre la otra persona, el sujeto verá su autoestima reforzada porque, normalmente, estas personas tienen dificultades para relacionarse con los demás y por eso, ha tenido que suplir esa falta de este modo: Como esto me gusta, sigo haciéndolo. Lo que se denomina en psicología reforzamiento positivo.
Otros, sin embargo, puede que desarrollasen su parafilia en edad muy temprana, motivado por algún episodio traumático o inusual. «Un voyerista, al que le atrae observar a personas desnudas puede que desde la infancia siempre le haya gustado observar, cotillear por la ventana. A lo mejor, algún día se encontró con una vecina despistada desnuda por casa. Le sorprendió. Le excitó. Y quiere repetirlo otra vez», explica Nayara Malnero.
¿Donde está el límite?
Aunque actualmente exista controversia acerca de su clasificación dentro del DSM, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, lo cierto es que la mayoría de las parafilias rozan la ilegalidad. “Cualquier parafilia que traspase los lÍmites personales de otra persona, que obligue a otra persona a hacer algo que no quiere, o que, por ejemplo, se muestre en público desnudo en el momento en el que hay niños, se les está exponiendo. Y eso sería totalmente ilegal”, subraya esta psicóloga.
Ruth Franco @riot3k