Entrevista / «La misma sociedad con sus valores equivocados produce el malestar emocional»

  • Entrevista a Rafael Santandreu sobre la «enfermedad emocional».

El psicólogo Rafael Santandreu se hizo famoso gracias a su libro El arte de no amargarse la vida, que fue el libro de no ficción más vendido en España en los dos últimos años, y sus apariciones en televisión. Ahora presenta Las gafas de la felicidad. Un manual para realizar autoterapia psicológica en casa. En México le llaman “el Dr. House de la psicología” por su uso constante de la lógica y su modo de expresión tan directo.

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Rafael Santandreu, psicólogo

Usted nos advierte sobre la existencia de una verdadera epidemia de enfermedad emocional. ¿Cómo es de grave?

 Ante todo, por favor, evite el uso de la palabra “grave”. No hay nada “grave” en esta vida. Hoy estamos vivos y mañana muertos. No olvidemos jamás que quizás caiga un meteorito esta tarde y reviente el planeta: ¡es lo que hay! Dicho esto, le confirmo que nunca antes ha habido tanta enfermedad emocional. En estos momentos, un 30% de la gente está fatal. Casi no pueden ni ir a trabajar. Ese 30% toman todo tipo de psicofármacos: tranquilizantes, pastillas para dormir, antidepresivos… Y esa cifra aumentará con toda seguridad hasta llegar al 50% dentro de 25 años. ¿Qué le parece?

 ¡Considero que tenemos un problema, aunque usted diga que no hay nada “grave”!

Sí, un problema sí hay, aunque ya le digo que es inevitable, irresoluble. Los medios de comunicación ya no hablan de ello: ya no es noticia que la anorexia se haya duplicado en los últimos diez años en España. Como sociedad, esta debacle es inevitable, pero individualmente podemos salvarnos.

¿Por qué como sociedad no podemos curarnos de la enfermedad emocional?

Porque es la misma sociedad con sus valores equivocados la que produce el malestar emocional. La gente no se da cuenta, pero la súper-presión que nos imponemos todos es bestial. Tenemos que ser guapos, inteligentes, cultos, viajados, delgados, ordenados, eficientes, extrovertidos, tener muchos amigos, tener una bonita casa, un trabajo donde realizarte, vacaciones divertidas, hijos, una pareja que me ame… y si no cumples una sola de esas cosas: ¡ponte a temblar! Eres un gusano de la peor especie que no debería sacar la cabeza de la tierra.

Bueno en ese sentido, usted afirma en su libro que la clave de la fortaleza emocional es “la bastantidad”.

Sí. La bastantidad es el secreto de los más fuertes y felices. La bastantidad consiste en decirse a uno mismo: “Con muy poco tengo bastante”. Yo no soy católico, pero me encanta San Francisco de Asís, que decía: “Cada día necesito menos cosas y las pocas que necesito, las necesito muy poco”. Pero ¡cuidado!, hay que tener bastantidad no solo de cosas materiales sino de cosas inmateriales, como tener bastante con la mínima inteligencia, con tener un amigo y basta, alegrarse de ser tímido y estar contento aunque no tenga pareja…

Por otro lado, usted dice que ni siquiera el “respeto” es tan importante. 

Efectivamente. Un poco de “respeto” está bien, pero “mucho respeto” es de locos. Si tú te dices a ti mismo “necesito que todo el mundo me respete todo el tiempo”… te vas a volver majara porque eso no va a pasar y, por otro lado, la mayor parte de las faltas de respeto son chorradas, cosas sin importancia.

En su libro también dice cosas chocantes como que “la vida es un chollo”… 

Lo sé. Existe la creencia irracional de que “la vida es dura”, pero Charles Darwin escribió: “Después de estudiar a muchas especies animales a lo largo del mundo, he llegado a la conclusión que el destino del ser humano es ser feliz porque todos los animales lo son”. Darwin también se preguntaba por qué no lo somos nosotros… Y él mismo se daba la respuesta: “Porque vivimos de forma anti-natural”. Es decir, nunca tenemos bastante de nada. Pero podemos revertir eso con auto-terapia y dominar nuestra mente del mono loco.

 Usted también nos propone la idea cambiar a nuestros héroes cotidianos. Es decir, abandonar a Rafa Nadal para adoptar a otros como Jean Dominic Bouby.

Sí. Con todo mi respeto, Rafa Nadal es un autista en lo que se refiere al tenis. No es nada sano pasarse 8 horas haciendo lo mismo, aunque a eso le llamen entrenarse. Pero nuestra sociedad endiosa a autistas. Sin embargo, podríamos fijarnos más en gente como Jean Dominic Bouby, del que yo hablo en mi libro. Este hombre se quedó súper tetrapléjico, solo podía mover la pupila de un ojo. Pero decidió aprovechar su vida y ser feliz. Escribió un libro llamado “La escafandra y la mariposa” que fue un éxito de ventas en Francia.

 Es curioso el caso de Jean Dominic Bouby pero… ¿Cómo lo escribió si no podía ni moverse ni hablar?

 Dictándolo a una asistente a través de un código de parpadeo de ese único ojo que le funcionaba. Jean Dominic es mi héroe: ¡ese sí!

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Usted da a sus pacientes un ejercicio muy raro: le llama “ricas dosis de incomodidad”.  Quisiera que me lo explique.

Ya sé que parece raro recomendarle a alguien que cada semana escoja meterse en dos situaciones incómodas, como hacer ayuno todo un día o no dormir. Pero a muchos de mis pacientes les va genial: dejan de ser cascarrabias, de deprimirse, de quejarse de todo. Nosotros tenemos endiosado el concepto de “comodidad” y eso es muy malo. Hay que dejar de darle tanta importancia a la comodidad porque si no, nos volvemos hipersensibles: no soportamos el ruido, las colas, los fallos y pequeñas adversidades.

 ¡Parecen ejercicios de penitencia de monjes benedictinos!

Es que la tradición católica tiene grandes enseñanzas a nivel mental o emocional. Los monjes desarrollaron a lo largo de los siglos unas herramientas de meditación y crecimiento personal muy buenas que no habría que dejar perder, seamos creyentes o no.

 Usted ataca mucho el sistema educativo en su libro. También se mete con los profesores… 

Allá ellos, aunque yo les recomiendo que cambien el chip ya,  porque la profesión de profesor podría ser maravillosa y por culpa de su irracionalidad, es una pena. La escuela –en todo el mundo- es la pérdida de tiempo y recursos más importante de la historia de la humanidad. Nos pasamos 6 horas al día durante 11 años memorizando cosas que se olvidan. Yo solo aprendí a leer y a escribir con faltas y las cuentas mínimas. Todo lo demás que sé lo he aprendido fuera de ahí. ¿No se dan cuenta los profesores que su trabajo no vale casi nada?

 ¿Y usted cómo piensa que deberían ser las escuelas?

Sin ninguna duda: lugares con las puertas abiertas. Si quieres, te metes en clase y si no, te vas al patio a jugar al fútbol o lo que sea. Es decir, el aprendizaje tiene que ser totalmente voluntario. Eso sí, los profesores deben atraer a los alumnos porque si no, se van a encontrar sus aulas vacías y, en nada, a la calle.

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El psicólogo Santadreu aborda los problemas emocionales y la felicidad en su nuevo libro

 Los profesores tendrían así una evaluación diaria…

Sí, pero se divertirían el doble con alumnos maravillados por el saber. Pero los profesores tienen miedo porque este sistema del que hablo les pone en la picota: si eres un tocho, ya no puedes ejercer la profesión. Prefieren eternizar el sistema matraca, examinador, de memoriza y olvida, antes de arriesgarse a algo más bonito y efectivo.

 Otro asunto polémico que usted trata en su libro es la sexualidad. Usted apuesta por la infidelidad. ¿Cómo se come eso?

No exactamente. Yo lo que intento demostrar con evidencia empírica de todo tipo es que las personas no son monógamas y que intentar mantener matrimonios castos y felices durante más de 10 años es ciencia ficción. Simplemente, no sucede. Ni siquiera en sociedades fanáticas religiosas. Sería bueno que las personas flexibilizasen esa absurda demanda de fidelidad. Si mi mujer se lo monta con el vecino de arriba una vez al mes, no pasa nada: eso puede ser bueno para la vida en pareja y yo puedo ser muy amigo del tipo en cuestión. Los hiper-celos, que yo trato con éxito, son producto de una filosofía de pareja hiper-monogámica.

 La homosexualidad es otro de los tabúes que usted rompe.

Es que todos somos homosexuales en potencia; así que basta de hacer el tonto con la homofobia. ¿Matrimonios gays? Por supuesto: ¡si todos somos gays! Está demostrado que los seres humanos son animales capaces de gozar con el propio género, de forma natural, aunque tengamos una preferencia sexual principal. Yo, como todos los heterosexuales, prefiero las mujeres (me apasionan), pero podría tener una aventura homosexual divina. Esto es así para todos, a ver si abrimos la mente y dejamos de hacer el troglodita de una vez.

¿Podemos tratarnos a nosotros mismos? ¿Cómo es una autoterapia psicológica?

¡Por supuesto! De la misma forma que uno puede arreglarse el coche, si se sabe cómo. Yo he recibido correos de personas de todo el mundo que, con mis libros, han educado su mente y se han transformado de una forma espectacular: incluso en casos de trastornos serios como el bipolar. Sus psiquiatras no se lo creen, pero ahí están los resultados.

 

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